La sexualidad como un océano

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Vivimos en una sociedad en la que todo gira en torno al deseo y la sexualidad. Constantemente nos exponemos y nos exponen a estímulos eróticos y sexuales que despiertan nuestra mente y nuestro cuerpo, ya sea a través de los medios de comunicación, el ocio, el humor de nuestros amigos, las atractivas personas que veamos por la calle que disparen nuestra imaginación, nuestras propias fantasías… El sexo es la baselsexo-1-que-hacemose de la vida y está en todos lados pero… ¿Qué hacemos con ello? Estamos en la época de lo rápido y fácil, del consumismo material y emocional, del aquí y ahora, de la satisfacción inmediata, y en el sexo no es algo diferente. No resulta del todo sencillo contactar con esa propia naturaleza y explotarla en todo lo que nos puede ofrecer a solas y en pareja. El sexo es mucho más que una manera de liberar estrés, descargar fisiológicamente, sentir placer, dárselo a tu pareja o hacerlo porque vaya tocando. En el hinduismo se entiende como un vehículo de contactar con una naturaleza de la que hemos sido separados y por lo tanto, de desarrollarse y vivir en armonía.

El orgasmo se conoce como la pequeña muerte, y este nombre hace referencia a que en ese momento de placer máximo el cuerpo y la mente experimenta una vibración que dispersa el resto de contenidos, pensamientos, preocupaciones, sensaciones… Solo se está en esa nube de placer infinito en el que nada más existe y tan pocos segundos dura… Muchas tradiciones milenarias comprenden ese estado como una reconexión con la propia naturaleza, con la mente, que en su estado original es en esencia, gozo. De esta manera, se toma el sexo como el vehículo que permite estar en el aquí y ahora, alejándote de todo lo cotidiano y condicionado y sintiendo y manejando la energía que te une a tu pareja y te hace crecer. Considerar la relación sexual como algo que se hace para tener un punto de máximo placer (que a lo sumo durará veinte segundos) previo a un estado de agotamiento, es como alguien que sin conocer el océano se siente eelsexo-2-que-hacemosn la playa disfrutando de la belleza y del placer de jugar con las olas en la orilla. Nadie dice que no sean bonitas las olas y que uno pueda divertirse mucho practicando el surf, pero pensar que eso es el océano es un error, e impide darse cuenta de la grandiosidad de lo que supone toda esa masa de agua que hay detrás de lo que nuestra vista alcanza a ver, y experimentar las gigantes olas que se forman mar adentro, olas que sin romper, crecen y crecen y crecen… Estas olas son las que nos perdemos los occidentales que pensamos que el orgasmo son unos segundos previos a una eyaculación y un placentero cansancio posterior, y las olas en las que la energía sexual crece y se transfiere por todo el cuerpo y no solo por la zona genital, ascendiendo al cerebro y alcanzando estados de conciencia alterados que duran mucho más tiempo y que conllevan una intensa sensación de placer, armonía, conexión con la pareja y gozo, más allá de los límites falsos que creemos que tiene nuestro cuerpo.

Así es… El sexo da placer, da vida, da energía, da salud… Pero aún con todo esto, lo que conocemos la mayoría de nosotros es el gustito que siente un niño cuando descubre el mar y con una tabla se pone a jugar con las olas. En un momento determinado puede ser eso lo que queramos hacer, y no busquemos más, pero para aquellos que fascinados por el mar, quieran saber más de él, os invito a coger un barco y adentraros en el océano, donde realmente se pone de manifiesto la potencia del mar y las olas alcanzan alturas insospechadas sin necesidad de romper.

Por Alba Valle Roz, Psicóloga Sanitaria.

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