Dejar una huella positiva ligada a ti en los demás

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Paul McLean, médico investigador pionero en neurociencia empezó  en 1952 a hablar del cerebro trino. Un cerebro comprendido en tres partes, las cuales son: el cerebro reptiliano, el cerebro mamífero (límbico) y el cerebro humano (neocortex). El cerebro límbico es la parte del cerebro que reacciona instantáneamente basándose en las percepciones de los sentidos sin permitirnos reflexionar acerca de nuestra respuesta física. Está en gran medida responsabilizado de la supervivencia y de las emociones. Es el que nos paraliza ante un atracador o el que nos hace sudar estando nerviosos. Da una respuesta al mundo sincera de lo que ocurre en nuestro interior y también graba como una caja negra un registro de nuestras vivencias para reaccionar de forma más adecuada en el futuro. Que una serpiente nos atacara de niños es bastante normal que produzca que de adultos tengamos bastante respeto al ver una, y si nos llega el dulce aromar del azúcar quemado nos podríamos sentir felices asignándolo al olor de la feria con sus nubes de azúcar. Daniel Goleman trata en su famoso libro “Inteligencia emocional” este funcionamiento tan interesante de nuestro cerebro. Acontecimientos negativos y positivos almacenados para su posible uso en el futuro. En esto centraré el artículo.

Al relacionarnos podemos dejar una huella negativa o positiva en su almacenamiento límbico según sea nuestro trato. Las experiencias positivas como los elogios, los piropos y las relaciones de trato agradable son tan bien consideradas por el cerebro como mal consideradas las negativas como desplantes, malas palabras, insultos, gritos, feas comparaciones y críticas destructivas. Una cara de alguien desagradable nos evocará rápidamente una sensación negativa que brotará hasta la superficie de nuestra mente. Aunque haga 10 años que no vemos a la chica que nos rechazaba duramente nos seguiremos paralizando verbalmente o sintiéndonos raros frente a ella. Buenas noticias también para nosotros. Al ir dejando huellas positivas en los demás evocaremos bienestar, alegría, incluso atracción cuando volvamos a aparecer. Una buena impresión, un trato educado, una sonrisa, un gesto amable, una buena actitud o pequeña dosis de tensión sexual no caen tan fácilmente en el olvido. Es parte de lo que se ha llamado por algunos autores como dejar poso o dejar veneno. La interacción por ahora no ha tenido oportunidad de avanzar, no hemos querido o podido, pero dejamos algo ya construido para el día de mañana.

En esto también se basa como debemos afrontar los rechazos con respecto al futuro, además de los finales de relación de pareja. Una conducta asertiva (no reactiva), educada, de buen talante, divertida, buen-rollera y optimista dirá mucho de nosotros, dejando esa buena imagen (huella postiva) para quizás días, semanas o años más tarde. Sembrar para un día encontrarte con frutos. Imaginad la de chicos y chicas que meten soberanamente la pata con desplantes del tipo -¡pues tú te lo pierdes!- o -¡te lo tienes muy creído!- ya que cuando el rechazo no es hacia ellos realmente lo convierten en que sea directo a su persona. Ya hablaremos de cómo tratar constructivamente los rechazos, por el momento asimilad la idea global y reflexionad. Seguro podréis recordar ejemplos propios o cercanos y tenerlo en cuenta para próximas interacciones.

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